Ante la enorme evolución que el mundo está viviendo en materia de salud, y en el marco de la Semana de Vacunación en las Américas, es muy importante abrir la conversación acerca de cómo la ciencia y la tecnología están avanzado en pos de prolongar y mejorar la calidad de vida de las personas.

Desde la primera vacuna contra la viruela desarrollada hace más de 220 años, hasta la vacuna contra el COVID-19 que incorpora tecnología de ARN mensajero, las vacunas han salvado de millones de vidas y han transformado la forma en que enfrentamos las enfermedades infecciosas más severas. 

Un poco de historia

Sin duda alguna la primera vacuna marcó un hito histórico para la humanidad. Fue un desarrollo creado por el médico y científico inglés Edward Jenner, quien descubrió que la exposición a la viruela bovina podía proporcionar inmunidad contra su equivalente en humanos.

Es así que el 14 de mayo de 1796 se llevó adelante la primera inoculación efectiva para una enfermedad infecciosa. Jenner aplicó en el brazo de James Phipps -un niño de 8 años- la vacuna contra la viruela, hecho que transformó automáticamente al científico en “el padre” de la inmunización. 

Pandemia por COVID-19 y la revolución del ARNm 

De acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de muertes asociadas de manera directa o indirecta a la pandemia por COVID-19 entre enero de 2020 y diciembre de 2021 fue de aproximadamente 14,9 millones de personas. Sin la vacuna, ¿cuál hubiese sido ese número? 

Para hacer frente al COVID-19, hace poco más de 3 años la comunidad médico científica se enfrentó al desafío de poner todo el conocimiento y avances disponibles para desarrollar una vacuna efectiva y segura que pudiera hacer frente al virus que mantenía en vilo al mundo. Los resultados fueron sorprendentes. A fines de 2020, y gracias a los importantes progresos sobre la tecnología ARN mensajero, el cometido se logró en tiempo récord: en solo 10 meses la vacuna contra el COVID-19 veía la luz.

El ARN mensajero es una innovación más que significativa en el campo de la inmunización. Las vacunas creadas a partir de esta plataforma utilizan un fragmento de código genético para entrenar al sistema inmunológico del cuerpo, reconocer y combatir una enfermedad.

A diferencia de las vacunas “clásicas” que contienen virus inactivados o proteínas virales, las vacunas de ARN mensajero no contienen virus vivos y no alteran el ADN del cuerpo. Esta tecnología ha demostrado ser altamente efectiva en la reducción de hospitalizaciones y muertes por COVID-19, a la vez que tiene el potencial para desarrollar vacunas contra antígenos o virus complejos con tiempos de implementación sustancialmente menores.

Para la historia de la humanidad, las vacunas han sido y seguirán siendo una herramienta crucial en la prevención y el control de las enfermedades infecciosas, evitando su propagación o, incluso, generando que algunas otras dejen de existir al alcanzar lo que se denomina “inmunidad de rebaño”: más personas vacunadas generan que el virus atacante no tenga donde alojarse y termine extinguiéndose.