Ir al contenido
Logo
Salud #Newsletter

Agustina Murcho: "Tenía un montón de cosas para hablar que tapaba con la comida"

En el Día de Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria hablamos con Agustina Murcho, Licenciada en Nutrición que nos contó en primera persona cómo superó los trastornos alimentarios y hoy se dedica a ayudar a sus pacientes con la misma patología

Agustina Murcho: "Tenía un montón de cosas para hablar que tapaba con la comida"

Hoy se celebra el Día Mundial de Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), una fecha para generar conciencia sobre esta enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo y en nuestro país representa una de las principales causas de fallecimientos de personas en edad adolescente.

Para conocer más sobre el tema hablamos con la nutricionista Agustina Murcho y la psicóloga Mara Fernández (@hablar_sana). Ambas se especializan en trastornos de la conducta alimentaria y son parte de Nutrición.Ag, un equipo de profesionales de la salud que trabajan interdisciplinariamente para abordar la relación de las personas con el cuerpo, la imagen y la alimentación desde una perspectiva que comprende a la dimensión física pero también la psicológica y la emocional. 

¿Qué es un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA)?

Los TCA son alteraciones de la conducta alimentaria cuyo origen se relaciona con factores psicológicos, familiares, genéticos, neurobiológicos y culturales. "En general, si se cumplen con todos esos factores y se empieza una dieta o una restricción es altamente probable que se caiga en un trastorno", asegura Murcho que desalienta llevar adelante dietas restrictivas y promueve generar hábitos alimenticios saludables.

“El TCA es un trastorno mental y psicológico que afecta no solamente a la persona en relación a su cuerpo y la alimentación sino también con su entorno y contexto social”, describe Fernández y aclara que “cuando hablamos de TCA no solo nos referimos a anorexia y bulimia, que son los más populares, sino también a la ortorexia, la vigorexia, pregorexia, alcohorexia y el trastorno por atracón, detalló a este medio.

Aún así, aclara que los TCA no son “comer de más o por ansiedad, va más allá de eso. Refiere a cómo me siento yo cuando me alimento. En muchos casos genera culpa, vergüenza, rechazo hacia uno mismo. La persona tiende a aislarse porque no quiere ser observada, criticada, no quiere que la juzguen”, específica Fernández.

TCA y redes sociales

Las especialistas aseguran que no cualquiera cae en un TCA sino que se deben dar múltiples factores, entre otros, el factor social y cultural que en los últimos años y con la explosión de las redes sociales se volvió aún más condicionante y suele funcionar como disparador.

“Nadie muestra en redes sociales su parte vulnerable, todos creamos una escenografía para subir o postear en nuestras redes. No hay que creer todo lo que se ve”, apuntó Mara y afirmó que la sociedad argentina tiene una visión de belleza muy estereotipada en la que el cuerpo idealizado se asocia a éxito y felicidad. 

“Hay un pensamiento que si tu cuerpo está dentro de este rango, dentro de este percentil, tenés más posibilidades de éxito y de ser feliz que una persona que no lo es”, reflexionó Fernández y agregó que Argentina figura dentro de los tres países del mundo con mayor cantidad de casos de TCA.

“Todos tenemos pensamientos en relación a la comida, porque tiene que ver con lo que nos enseñaron y lo que aprendimos, el problema llega cuando ese pensamiento se vuelve hábito y esa manera de actuar se vuelve tan obsesiva que no me deja actuar o pensar en otra cosa, describe Mara.

Ambas coinciden en que la responsabilidad también recae en profesionales de la salud: "Hay muchos que generan trastornos en los pacientes, que te dan dietas de hambre o te dicen que no te podés comer una pizza por placer y no son conscientes del daño que pueden causar. Por eso es fundamental que se sepa, que se hable de esto", remarca Agustina.

Anorexia y bulimia en primera persona

Agustina Murcho tiene 32 años, es Licenciada en Nutrición y por muchos años sufrió anorexia nerviosa seguida de bulimia: "Hoy en día me dedico a los trastornos alimentarios para poder ayudar a los pacientes y que no sufran lo mismo que sufrí yo porque sé lo que se vive", dijo en diálogo con Filo.News.

"Los seres humanos comemos por emociones y que la comida va más allá de los nutrientes. Después de que yo hice el tratamiento me pareció importante poder capacitarme en eso", aseguró sobre su vocación que es educar en la autoaceptación y el autoestima.

Sus primeros recuerdos de restricción de alimentos fueron a sus 13 años pero desde pequeña registra haber tenido conductas compulsivas con la comida. A los 11 años le preguntó a su papá si estaba gorda: “En ese momento no pensaba en un trastorno alimentario, era muy chica, pero en el momento en que me empecé a restringir, yo sabía que algo estaba pasando. Siempre supe que lo que hacía no estaba bien", asegura.

La restricción, sin embargo, no le duró mucho y poco tiempo después empezó con atracones y métodos compensatorios, con vómitos, “que es lo peor que una persona puede hacer”, dijo: "Siempre tuve conciencia de enfermedad, sabía todo lo que me podía pasar, pero cuando uno está tan metido en la enfermedad, es como que no te importa. Lo único que te importa es no engordar y adelgazar”.

"Al principio me restringía mucho y en un momento dije 'voy a dejar de comer', porque quería, inconscientemente, llamar la atención. De chiquita me dejaban mucho de lado en el colegio, sufrí bullying y yo lo asocio con eso. Pensaba 'si dejo de comer y me ven más flaca probablemente llame la atención'. Todo tiene que ver con una historia de vida. No es que uno entra en un trastorno alimentario porque sí", aclara Agustina que recientemente lanzó "Vulnerable", su tercer libro en el que cuenta cómo sanó su vínculo con la comida a través de su propio testimonio y el de otras pacientes.

A los 17 años la internaron por un desmayo pero no fue hasta los 22 que logró comenzar un tratamiento obligada por sus padres y su hermano. A medida que sanaba, se sentía mejor y reconocía que esa no era la vida que quería: "Yo quería trabajar de lo mío, poder disfrutar de un cumpleaños, estar tirada sin hacer nada porque mi vida básicamente era comer, comer y compensar", asegura.

"Cuando estaba internada no me importaba porque todos me venían a ver. Es re loco, pero funciona así. Es una cosa rarísima, yo creo que el que no lo pasó no lo puede entender", reflexiona y recuerda: "Me han llegado a decir que estaba fea y a mí eso me gustaba porque quería decir que estaba mal, o sea que se notaba que no estaba bien”.

“En ese momento pensaba que estaba bien porque uno anestesia con la comida todos los problemas pero cuando una se recupera ve que tenía un montón de cosas para hablar que estaba tapando con la comida", contó Murcho y en esa línea Fernández remarcó: “El trastorno viene a tapar o anestesiar emociones derivadas de todo aquello que no nos animamos a enfrentar. Mientras pienso en comida, en mi cuerpo, en los kilos no pienso en todo lo demás que es lo que me regenera realmente mi malestar”.

Para Agustina la mejor salida es pedir ayuda a una persona de confianza, a un familiar, un amigo o un profesional. Ella le contó su padecimiento a un amigo pidiéndole que por favor no le contara a sus padres "pero en el fondo sabía que iba a contarles", confiesa. "Es fundamental, porque de esto no se sale solo", reconoce Agustina que aunque admite que los pensamientos de restricción pueden volver hoy tiene herramientas para combatirlos.

“Se puede salir, sanar la relación con la comida y con el cuerpo. Los tratamientos se abocan a que la persona tenga las herramientas para pueda detectar ante una situación de malestar, angustia o ansiedad si empieza a detectar algo en relación al cuerpo y la comida y ante eso puede pedir ayuda”, propone Fernández.

Para cerrar, Agustina remarca que“los trastornos alimentarios no son caprichos. No es un caprichito de adolescente, no es algo para llamar la atención. Son enfermedades y si no se tratan se cronifican y las personas se mueren de esto. La comida es el síntoma y detrás de eso hay un montón de cosas que pasan”, concluyó.

  • Newsletter

Ultimas Noticias