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¿Las feministas odian a los hombres?

Esta pregunta resuena y muchos varones temen que el avance de derechos de las feminidades suceda por sobre sus cabezas. Filo.News habló con dos varones antipatriarcales sobre esto para tratar de dar luz y argumentos a una discusión que parece no tener fin.  

¿Las feministas odian a los hombres?
Dibujo "antifeminista" en contra del sufragio femenino en los Estados Unidos. (Dibujo "antifeminista" en contra del sufragio femenino en los Estados Unidos.)

En nuestro país muere una mujer en manos de un varón violento cada 20 horas, eso significa que un varón violento asesina a una mujer cada 20 horas. Este número, que se achica a medida que pasan los años y los feminismos avanzan, habla de una problemática que sucede de forma sistémica en nuestra sociedad y el mundo. 

El femicidio, figura legal desde el 2012, se refiere justamente a esta epidemia. En el Código Penal así se explica: el inciso 11 del artículo 80 define femicidio cuando se mate a una mujer y el hecho "sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”.

Pero esta carátula no es caprichosa. Existe porque hay una desigualdad, para la ONU, por ejemplo, dicha desigualdad es un fenómeno generalizado en el que las mujeres carecen de acceso a empleo decente y enfrentan diferencias salariales por el simple hecho de ser mujeres.

Desde nuestra primera infancia, este mundo arma al ideal de mujer, inferior al varón, más débil y sumisa. Con la elección del color rosa y los aritos en las orejas, la sociedad divide a quien va a ser ama de casa de quien ejercerá la fuerza literal y metafórica del trabajo, será el que posea el dinero, el poder y tomará las decisiones finales.

Pero volvamos al principio: en nuestro país un varón asesina a una feminidad cada 20 horas. Casi el 70% de los femicidias son parejas o ex parejas de las víctimas y eso es consecuencia de múltiples factores: el amor romántico, la cosificación de las mujeres (en las publicidades, medios de comunicación, programas de televisión, novelas, canciones etc) y la masculinidad tóxica como protagonista brutal de estos finales tremendos a los que son sometidas muchas de las víctimas de femicidio.        

Y si bien el patriarcado es un sistema y, como tal, oprime a todes, aún hay hombres que se rehúsan y se resisten a hacerse cargo de su propio machismo. Acción estrictamente necesaria para comenzar a hablar del fin de este tipo de violencias.

En estos días de revolución feminista en las calles, en las casas, las escuelas, los medios y las redes sociales, muchos hombres están enojados y el mote de "misándricas" (mujeres que odian a los varones) asociado al feminismo, abunda en la web. 

No es la primera ni la última vez que una feminista o que los feminismos en su totalidad se ganan esa característica. Una etiqueta que persiste desde que las mujeres reclaman derechos. Las sufragistas, por ejemplo, eran acusadas de brujas, eran representadas como mujeres desagradables que odiaban a los varones a quienes buscaban gobernar a través del voto popular y así, finalmente, dominar al mundo y asesinarlos a todos. 

De este tema se habló, se habla y se hablará mucho porque son miles los hombres que creen que el feminismo es un movimiento que busca destruirlos. De hecho, este fin de semana un no tan conocido pensador en un sí conocido diario tildó a los movimientos feministas como dogmáticos, se quejó del consentimiento en los vínculos sexoafectivos y osó comparar a las feministas con el nazismo. La búsqueda de igualdad de derechos y la lucha en contra de las violencias machistas versus el holocausto. Misoginia y confusión. 

Silencio. 

Seguimos. 

Lo cierto es que son miles los hombres que creen que las microviolencias como compartir una foto íntima de una mujer en un grupo de guasap no tiene nada que ver con que aparezca una feminidad muerta cada 20 horas y mucho menos creen que el machismo los oprime también a ellos. Se aferran fuerte a sus privilegios sin darse cuenta de la cantidad de opresiones que el machismo aplica sobre sus interacciones sociales y su vida en general. 

Esta nota busca desarmar algunos "mitos" y repetir conceptos básicos de los feminismos con argumentos sólidos para quien quiera discutir con herramientas. Por eso Filo.News habló con Lucho Fabbri, activista antipatriarcal y Mariano Romano, militante de masculinidades en el Frente Patria Grande, sobre tres frases que resuenan en las redes y en cualquier sobremesa en la que exista algún Raúl que todavía no se apioló de que el feminismo es el camino hacia una sociedad más justa, igualitaria y pacífica. 

 

"No todos los hombres son abusadores y asesinos"

Cada vez que se cuestiona al género masculino por sus costumbres, formas y la inacción a la hora de frenar o combatir la violencia de género, esta frase brota. Y si bien parece casi una ridiculez aclarar que no, que no todos, que está todo bien, y de hecho que corresponde, que no violen a nadie nunca, es importante entender algunas cuestiones que se nos están escapando si creemos en dicha afirmación.

"Si vos estás en un bosque y ves una serpiente, cualquiera sea su especie, vas a salir corriendo porque puede ser venenosa. Lo mismo pasa con los varones. No todos los varones son violentos, pero la mayoría de los violentos son varones", sostiene Catalina Ruíz Navarro, feminista y comunicadora colombiana. 

Para Lucho Fabbri la frase responde a que la violencia siempre está afuera y el violento siempre es el otro. "Los hombres suponemos así que la violencia machista tiene una especie de carácter excepcional o extraordinario y no que es constitutiva de la masculinidad cis. Entonces siempre lo que se identifica como violento son sus expresiones más explícitas como el femicidio o las violencias sexuales y físicas más crueles y grotescas", explica Fabbri. 

La semana pasada, el locutor y conductor Lalo Mir realizó declaraciones luego de la movilización por Úrsula Bahillo, asesinada por su ex pareja Martín Enriquez Martinez. El video se volvió viral porque en el reconoció, por primera vez de forma pública, que los varones "no son parte del problema" sino que "son el problema". 

Al construir al femicida como una excepción, aunque ya tener una figura legal desmiente dicha afirmación, el varón promedio, logra con eso alejar cualquier tipo de responsabilidad. "De algún modo el hombre que las identifica por fuera de sí, construye una imagen de si mismo libre de esas violencias y en el mismo mecanismo construye al hombre que ejerce violencia como un estereotipo muy lejano y distante", explica el activista y agrega: "Y eso no solo tiene que ver con la idea de que yo no ejerzo violencia sino que mis amigos tampoco,  suponiendo que los hombres que ejercen violencia son muy particulares". 

Por otro lado, Romano afirma: "Hay un problema estructural ya que vivimos en una sociedad patriarcal, donde los varones y las mujeres tenemos un lugar desigual en la sociedad. Nosotros ocupamos un lugar de privilegio y supremacía frente al de las mujeres. Obvio que no lo hacemos conscientes y no es tan explícito (aunque a veces sí lo es) en el cotidiano pero eso ocurre".

Por último, respecto a este ítem, Fabbri analiza: "Así como hay un estereotipo de la buena victima que es la victima sumisa, quebrada, sin recursos, frágil, que no escracha y que no se empodera, también hay un estereotipo del buen victimario que esta representado por hombres de sectores populares con patologías de salud mental, con consumo problemático de drogas, hombres desconocidos que aparecen en la noche. Ese estereotipo de quién es el hombre de quien ejerce violencia es el que sirve para que la mayoría de los hombres nos sintamos distantes a dicha problemática". 

 

"Que me ría de un chiste machista no tiene nada que ver con los femicidios"

La conexión entre un chiste, el acoso callejero, una foto íntima por guasap sin consentimiento y un femicidio, es directa. Aunque se mantiene oculto, el link entre un micromachismo y un brutal asesinato a una mujer existe. 

Todos los organismos internacionales reconocen que los femicidios o abusos sexuales son tan sólo las acciones visibles de un sistema que oprime y ubica a las feminidades en un lugar inferior y se sostiene y mantiene firme por otras acciones más pequeñas que, en sumatoria, forman la base piramidal del machismo.     

"No hacerse cargo de que un chiste machista es parte de un problema estructural,es desconocer que hay una sumatoria de violencias que van de las más sutiles e imperceptibles y aparentemente inofensivas a las más crueles y letales", explica Fabbri.

Por su parte, Romano indica: "Obvio que si yo me rio de un chiste machista en el momento no puedo ver que lo que está generando y tampoco voy a ver la línea directa con un femicidio. Pero esa risa machista, esa aprobación de un chiste que denigra empieza a generar un clima de consensos culturales, ideológicos e inconscientes ya que en ese momento se avala ese lugar de desigualdad y de opresión que tiene la mujer en nuestra sociedad. Se la estigmatiza, se la cosifica y se la pone en un lugar inferior". 

Respecto a esto, Fabbri finaliza: "No reconocerse nunca como ejecutor o reproductor de violencias sino solo reconocer como tales a los que ejecutan las violencias más crueles es no ver que forman parte de una estructura de poder y una organización social de la cual todos los varones integramos"

 

"Mueren más hombres que mujeres al año"

Esta es una afirmación que, en principio, parece contundente. En nuestro país, mueren muchos más varones en manos de otros varones que mujeres en manos de varones. ¿Notan algo? Sí, la mayoría de los asesinos son varones. "Todo eso que nos pasa a los hombres, en general cuando esta vinculado a la violencia, es en manos de otros hombres. Nos aniquilamos entre nosotros", indica Fabbri. 

"Obvio que no todos los varones somos asesinos, pero sí todos los hombres somos machistas y replicamos una serie de prácticas, chistes y comentarios que refuerzan ese lugar de desigualdad que hay entre nosotros y las mujeres", agrega Romano.

Es que todas las acciones u omisiones que realizan los hombres o que, mejor dicho, debe realizar el hombre "ideal" para ser un verdadero varón fomenta y alimenta la violencia con la que después esas muertes se desarrollan. Las características que esta cultura le adjudican al varón promedio se vuelven en contra a la hora de hablar de longevidad masculina.

Los hombres viven entre seis y ocho años menos que las mujeres y de cada diez suicidios en nuestro país, ocho son protagonizados por varones. Estas dos estadísticas tienen un vínculo directo con el género. En el primer caso, por esa cruenta valentía que requiere ser macho y, en el segundo aunque hay también muchísimos otros factores, por la frialdad y el silencio que esto exige.      

"Se podría decir que morimos a más temprana edad, que morimos por causas más trágicas, que morimos por causas externas que son las evitables, que tenemos mayor tasa de suicidio y métodos mas letales", sostiene y agrega: "Pero todos esos indicadores no desmienten el machismo sino por el contrario, ratifican su existencia".

Cuando hablamos de masculinidad tóxica, un poco a esto nos referimos. El ser varón, en esta sociedad, implica utilizar la fuerza para validar dicha hombría. Un chico que en una pelea, daña a otro y lo deja en coma, será bien temido y aplaudido por sus pares luego. Un ejemplo claro de eso fue el asesinato a golpes de Fernándo Baez

"Cuando se trata de accidentes de tránsito, consumos problemáticos de sustancias, también responden a los patrones de construcción de masculinidad hegemónica que operan como factores de riesgo para las personas con las que nos vinculamos y para nosotros mismos. Las expresiones a todas esas causas de riesgo y muerte responden a la pretensión de omnipotencia, a la exposición de riesgo para ratificar nuestra masculinidad y virilidad ante otros varones", argumenta Fabbri y finaliza: "Todo esto está relacionado a la no aceptación de la propia fragilidad y vulnerabilidad masculina, a no asumir el cuidado como una responsabilidad que nos compete sino como algo del mundo de lo femenino, entonces que se recurra a esas estadísticas o estas afirmaciones para desmentir la existencia del machismo, en realidad tiene que ver con no comprender cuáles son las causas culturales por las cuales los varones estamos más expuestos a esas muertes. Y la causa cultural, precisamente, es el machismo".

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